Del 26 de julio al 9 de agosto, la Clínica de Familia, un centro dedicado a la asistencia médica a mujeres y niños con el síndrome de inmunodeficiencia adquirido VIH SIDA, así como numerosos programas de apoyo dirigidos a la mayor comunidad de La Romana, tendrá lugar el “Campamento anual La esperanza y la alegría “.
Esta actividad ofrece a los más de 80 niños con VIH positivo, descendientes de las familias más pobres y vulnerables de la región oriental en República Dominicana, la oportunidad de divertirse y simplemente ser niños en un ambiente de amor, apoyo y seguridad.
Aquí, Adam Halpern de Seattle comparte contigo su experiencia transformadora de amor en el Campamento Esperanza y Alegría.
Campamento Esperanza y Alegría de Clínica de Familia La Romana
Por: Adam Halpern, Asesor voluntario en el Campamento
La República Dominicana es diferente a mi ciudad natal Seattle EE.UU. este lugar más soleado, más colorido, más alegre y más bulloso. Aunque me di cuenta de esto cuando paseaba por las calles de La Romana, no fue hasta mi primera semana como asesor en el Campamento Esperanza y Alegría cuando entendí la cultura dominicana. Te contagia la alegría del campamento, la música y la risa.
Cada verano, el Campamento Esperanza y Alegría recibe a 80 niños que viven con el VIH, así como numerosos asesores voluntarios internacionales y dominicanos. Clínica de Familia La Romana, que inauguró su primer campamento hace ya nueve años, me eligió para ser un asesor del campamento junto con otros voluntarios estadounidenses y dominicanos.
El viaje en autobús desde la Clínica de Familia al campamento en Bonao proporcionó una ventana a la enorme diversión que experimentaría durante las dos semanas en el campamento. Uno de los asesores tocaba el tambor, mientras que otros una güira (un instrumento dominicano de percusión de metal). Juntos, cantamos, bailamos y compartíamos historias. Risas y sonrisas fluyeron de dominicanos y voluntarios internacionales por igual, y en una hora se estaban construyendo estrechos lazos entre ambas culturas. La cultura cálida dominicana derritió rápidamente nuestras diferencias culturales.
Pasamos el primer fin de semana en el campamento con los preparativos para la llegada de los campistas. Durante estos días, aprendí más sobre la cultura dominicana y los dominicanos aprendieron sobre mi cultura de Seattle. A través de un intercambio de ideas, pensamientos y sentimientos, nos convertimos en un equipo fuerte. El equipo hizo los preparativos finales de arte, naturaleza, cultura, habilidades para la vida y deportes que esperábamos los campistas disfrutaran. Al final de nuestro fin de semana juntos, estábamos listos para la llegada de los campistas.
La llegada de los niños era tan impresionante. Estaban llenos de energía, dispuestos a participar en todas las actividades del campamento y así dar la bienvenida a aquellos de nosotros cuyo español estaba lejos de ser perfecto. Me enseñaron canciones y bailes dominicanos, así como el arte de jugar Béisbol. Me enseñaron los nombres de los diferentes alimentos que comían, tales como batata o mangú. Compartieron sus sueños y dificultades viviendo con VIH.
Al pasar los días, me sentía más y más impresionado con la atención y el amor de los dominicanos. Vi cómo los asesores se reunieron en equipo para asegurarse de que todos conocieran las necesidades de cada campista. Vi como compartían campistas sin discapacidad con otros campistas discapacitados—les trataban muy bien, ayudándoles, apoyándoles, involucrándoles en las actividades y animándoles en el Gran Show la última noche. Fue una inspiración de dos semanas, en la que el amor entre los campistas y el personal era tan fantástico que me olvidé de que estos alegres niños sonrientes, enfrentan enormes desafíos en su vida diaria.
La primera semana de campamento llegó a su fin y los niños subían al autobús para salir del campamento, sus ojos llenos de lágrimas. En los ojos de los asesores, tanto dominicanos como internacionales, no tardaron en salir lágrimas también. Al ver el autobús alejarse, reflexioné sobre todo lo que había aprendido acerca de la cultura dominicana. Lo más importante era que me di cuenta de que a pesar de nuestras diferencias culturales, habíamos sido capaces de hacer conexiones humanas con amor y cariño. Y en ninguna parte del mundo he sentido ese amor como en el Campamento Esperanza y Alegría.
Si usted desea aprender más sobre el campamento y los programas que ofrece Clínica de Familia La Romana, visite en nuestra página web: www.clinicadefamilia.org.do.Y si necesita contactarnos, puede escribirnos a info@clinicadefamilia.org.do.
Clínica de Familia La Romana
Para más información de la Clínica de Familia La Romana en:
También puede ver un vídeoinformativo de 18 minutos en Inglés acerca de los programas y servicios de la Clínica de Familia en:http://www.clinicadefamilia.org.do/video